Por una cabeza, todas las locuras
Por Betiana L. González
Somos espectadores de una nueva manipulación cívica que con las manos atadas miramos por
A partir del adelanto se comenzó una carrera despiadada a ver quien gana, quién es el mejor candidato suponiendo por supuesto que si un intendente en acto es electo debe dejar su mandato sin pena ni gloria, el bochornoso papel de los testimoniales falsos.
La ausencia de prácticas democráticas como los debates politicos, ricos en diversidad y sobre todo en profundidad brillan por su ausencia. El interés por el país, por nuestra república no es el tema principal de aquellos que la llevarán adelante, de nuestros representantes.
Entretenidos y conformados con las caricaturas de ellos mismos, empezamos a pensar que el vacío de propuestas y de veracidad no existirá jamás y nos adormecemos en la cómoda posición de elegirlos por las imágenes de sus caripelas; esto nos genera un inconveniente a resolver. Pero el verdadero problema es la falta de participación política, la falta de debates, argumentaciones entre los contrincantes y la todavía más terrible degradación de la palabra entendida como vehículo capaz de perfeccionar la virtud cívica. Eso sí hay una cosa que nuestros representantes no modificarán: la virtud del acto electoral que los llevará a mejorar notablemente su nivel de vida.
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